Si cerrase los ojos y pensase en una botella curvilínea que contiene un elixir oscuro mundialmente popular, uno que ha visto sentado encima de las mesas innumerables veces, ¿qué producto le viene a la mente? Posiblemente piense en la botella de Coca-Cola, ¿no es así?
también podría argumentar que el dispensador de salsa de soya de Kikkoman ha alcanzado el mismo nivel de conciencia en todo el mundo. Hermosa en forma y función, es difícil imaginarse comiendo en casi cualquier restaurante chino o restaurante de sushi sin ver esa botella de vidrio, que es parte de la colección del Museo de Arte Moderno en Nueva York, indispensable en la mesa.
A pesar de su diseño aparentemente simple, el camino hacia la realidad comenzó en un momento histórico terrible y decisivo que inspiraría a Kenji Ekuan, un joven testigo a la destrucción creada por la bomba atómica en Hiroshima, diseñar en respuesta a la misma, impulsando en última instancia la cocina japonesa en todo el mundo. Aunque tomaría muchos intentos, la botella icónica llegaría a definir a Kikkoman como marca.
Más información (en inglés) sobre el diseño de la íconica botella y su diseñador en The Dieline.
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